domingo, 30 de marzo de 2008

Dos metros cuadrados de piel


El peso del libro en su regazo; la sensación rugosa y dura de la madera sobre su espalda; el hormigueo en sus piernas en contacto con la hierba fresca y flexible bajo su cuerpo y, finalmente, el placer de los escasos pero bienvenidos y deseados rayos de sol sobre su rostro, la hicieron consciente de que por fín había recuperado su piel. Y despertar a la convicción de que realmente lo que te juegas cuando amas no es el corazón, sino la piel.

El invierno estaba desapareciendo lenta pero progresivamente. El parque estaba lleno de personas como ella, movidos por el sentimiento heliotrópico, que hacían sus vidas por fin fuera de sus guaridas. Miró primero a la pareja que trataba de discutir de esa forma estúpida que todos hemos practicado sobre quién se merecía el sitio más soleado en el banco. Y entonces se percató de aquel anciano elegante, con un puro habano y la piel curtida, que parecía dirigir la mirada a su libro de anatomía.

-¡Coño, el examen!

Se levantó de un salto y se fue corriendo a clase. Había estado dormitando bajo la sombra de aquel árbol, después de intentar sin éxito absorber todo lo que debió haber estudiado la noche antes. Sólo que la noche anterior, absorbió otros conocimientos o experiencias. Su extrambótica compañera de piso la invitó a una fiesta de noséque en un garito de nosédonde con motivo denosécuanto. Todavía tenía retazos borrosos e inconexos merodeando por su cabeza. Eso, aparte de la monumental resaca, no la hacían muy apta para afrontar un examen final de semestre, aunque este tampoco había sido el más brillante de su carrera.

Llegó azorada y se sentó en una de las banquetas pegadas a la ventana. La profesora pasó por su lado dejando un examen de cuatro folios grapados. Le dio la vuelta e intentó concentrarse en él. Pero su mente no la dejaba centrarse, iba de un recuerdo nocturno a otro, desaforada y desordenadamente. Primer bloque: la piel. Definiciones, partes, función...todo rondaba por su cabeza pero no podía desarrollar ni una sola parrafada conexa y coherente. Había sido demasiado durante los últimos meses: agotador. Y había pasado por todos los puntos: asombro, esperanza, fracaso, desesperación, apatía, vacío...Y había sido tan rápido, un suceso tras otro, que ni siquiera se dio cuenta de lo que había perdido o que le habían arrebatado las circuntancias hasta que llegó al fondo.
Así que escribió:

"La piel es el mayor órgano del ser humano.
Ocupa aproximadamente dos metros cuadrados y su peso apróximado es de 5 kg.
Si pierdes la piel, puedes decir, que estás acabado, además de bastante más ligero de peso. Es entonces cuando te recomiendan ir a un psicólogo o especialista que sólo te hará errar intentando resolver algo que no se encuentra en tu mente, sino en tu piel y que finalmente se curará a partir de algo que no tendrá nada que ver con sus métodos, pero que sin duda alguna se atribuirá los méritos.
La piel actúa como barrera protectora que aísla al organismo del medio que le rodea, protegiéndole y contribuyendo a mantener íntegras sus estructuras, al tiempo que actúa como sistema de comunicación con el entorno. Por lo tanto, si pierdes la piel, pierdes la sensación de seguridad y el miedo te incapacitará para comunicarte con el mundo a tu alrededor. Todo tipo de traumas te hacen perder un poco de piel y corpúsculos, de los que está compuesta, pero todo depende de qué parte de piel pierdes y de cuánto. Los corpúsculos de Ruffini, por ejemplo, proporcionan la sensación de calor".

Y pareció volver a aquella tarde, dos meses atrás; el calor de sus mejillas se incrementaba a la misma intensidad que su impotencia mientras escuchaba las palabras salir de la boca de Él. No podía ser que se estuviera acabando.
"Los corpúsculos de Paccini dan la sensación de presión".
Y sintió bombear la sangre en su oído recordando la terrible conversación con su madre cuando recibió la noticia meses antes.


"Los corpúsculos de Krause proporcionan la sensación de frío"

Entonces sintió como gotas del hielo derretido del vaso que sujetaba la noche anterior le hicieron soltar el bolígrafo.

Finalmente los corpúsculos de Merckel y de Meissner presentes en el tacto de piel sin pelos, como palmas, plantas, yemas de los dedos, labios, punta de la lengua, pezones, glande, clítoris y otros tejidos son los responsables de hacernos sentir cosas maravillosas.

Y ahí, una explosión de recuerdos que encajaron como un puzzle de mil piezas le hicieron recordar la noche anterior por completo. Donde recuperó su piel. Y la estrenó con otra. Suspiró aliviada y sintiendose completa.

La piel, después de todo, sólo precisa de algo para recuperarse tras arañazos, quemaduras y otros desastres: TIEMPO".

miércoles, 19 de marzo de 2008

...I pray God it´s our last
I could have been someone
Well so could anyone
You took my dreams from me
When I first found you
I kept them with me babe
I put them with my own
Can´t make it all alone
I´ve built my dream around you

Y pasó Saint Patrick´s Day...

Pero pasó como la espuma de una cerveza rubia, no como la de una Guiness: Un estallido de color y brillos, mucha algarabía, fluidez de gente y culturas bañadas del verde nacional. Y una promesa...

Ahí os dejo un trocito de la canción interpretada por "The Pogues" bastante borrachos y Katie Melua. Bien podrían haberla grabao un día de Saint Patrick...

http://es.youtube.com/watch?v=ig3EjNlKP5M&feature=related




lunes, 3 de marzo de 2008

"IS OK, NO PRROBLEM"

Fluyendo entre la marabunta de caras desconocidas, me muevo por el motor de mi olfato. Unos minutos antes acababa de caerme de la cama mientras buscaba a tientas el maldito móvil: 07:03 a.m. private number.
-Hello?
-¿Carolina? Tengo un trabajo para tí hoy.
-Perfect. I´ll be there.
Después de tratar de autosuicidarme con la almohada, mientras mi maldita estampa me decía "pues te jodes porque no hay más remedio", consigo levantarme, vestirme a toda prisa y ahí estoy, fluyendo entre la marabunta de caras desconocidas.
Encuentro el sitio a pesar de mi nefasta orientación. Entro. Es un edificio de oficinas financieras. Me colocan la identificación de turista después de explicarles a lo que vengo y la recepcionista con la mejor de sus intenciones me dice:
-Siéntate, honey ¿Sabes? Carolina es un bonito nombre. En un minuto bajará alguien de la cocina para llevarte ahí.
Una vez allí, me doy cuenta de que cada día es la misma rutina diferente, valga la contradicción. Los mismo rostros desconocidos, currando por el salario mínimo, por supuesto; la misma comida, los mismo clientes tan ocupados o cansados que ni siquiera tienen un segundo para pararse y darse cuenta que les estás sonriendo.
Y los mismos compañeros de trabajo, también rostros anónimos, y los mismo diálogos de cortesía:
-¿Cómo te llamas?
-Carolina
-Corolainn..a
-Carolina- insisto una vez más, pero ellos lo pasan por alto
-¿De dónde eres?
-España
Y ahí sí, cada uno escupe lo mucho o lo poco que le viene a la mente con esa palabra. O los pueblos o ciudades remotos donde algún primo o amigo estuvo.
-¿Y de dónde?
-De Cádiz.
-Eso está en Canarias ¿no?
Al final, acabas recabando datos minúsculos de otros países en los que jamás pensaste, o de los que no pudiste imaginar las caras de sus habitantes, tradiciones...Polonia, Hungría, Irán, Estonia, Rep. Checa, Rep. de Mauricio (¿quién vive allí, aparte de turistas?) Y aprendes unas pocas palabras con las que agradecer, saludar, insultar...lo típico.
Acabas haciéndote a toda esta rutina de tal forma que a veces no caes en la cuenta de lo extraordinario que hay en esas relaciones. Hasta que el dios de las pequeñas cosas surge en una de esas situaciones para ponerte los bellos de punta, adentrarte en la condición humana, viendo cosas que jamás sospechaste.

Me tocó en la parte de la comida caliente. Con Jana, una mujer polaca de unos 40 años. Tenía una cara dulce, pelo castaño, ojos color miel. Solo me miraba y sonreía. Y tenía una bonita sonrisa, a pesar del vello aparente en la comisura de los labios. Era dulce, a pesar de sus gestos bruscos y su acento fuerte. No paraba de decir una y otra vez: Is ok, no prroblem.
Hablamos poco:
-Mai inglish nou gud- me decía entre sonrisas.
-No te preocupes, estamos todos en el mismo barco.
A pesar de todo, y con unos diez o quince "okeis, no prroblem" por medio, conseguí saber desde cuando estaba aquí, si le gustaba, si añoraba a su familia, si estaba casada:
-Jusband-indicándome el anillo insistentemente-nain yiars.
-Ohhh- repliqué asombrada- Kids?
Pero nada pasó, así que volví a preguntar:
-Have you got children/kids?
De repente su sonrisa desapareció y toda la dulzura se tornó en infinita tristeza. Hizo un movimiento con ambos brazos, recorriendo lo que supuse era su cavidad uterina. Dibujó algo parecido a esto: ) (
Y continuó diciendo:
-His gon. Se fue.
Todo el dolor de su aborto expresado en un gesto y tres palabras.
-I´m sorry- murmuré sintiéndome estúpida.
Me sentí tan impotente y desubicada que solo me repetía por dentro, por dios que me diga otra vez is ok, no prroblem, is ok.
Pero no dijo nada.
Y el dios de las pequeñas cosas me dejó de nuevo con la piel erizada y un regusto de leche agria en la boca.