Nos vemos el sábado
Después del chapuzón y hacer el mono un rato seguimos caminando hasta un pueblecito de pescadores famoso por sus ostras. A no encontrar la parte de restaurantes, seguimos un cartelito mu shico y escrito a mano que decía "restaurante". El sitio en cuestión era una casa sobre un humilde embarcadero encima del mar. Alrededor de éste, colgaban las redes de mariscos, bateas o como se llamen. El señor que regentaba el sitio era un abuelo adorable y amabilísimo que nos sirvió el mejor rissoto de mariscos que he probado nunca.
En Santa Catarina en total estuvimos 6 días y 5 noches, las últimas fueron en el centro de la isla Barra da Lagoa, donde había más marcha y donde disfrutamos de ratos de playa, relax y pudiendo compatir experiencias con la gente que íbamos conociendo. ¡Cómo hecho de menos Brasil!
Aunque plantarte ante la inmensidad de las aguas cayendo con fuerza descomunal es indescriptible. Y compensa.
Salir de Puerto también tuvo su toque: después de una noche completísma: delicioso asado, caipirinhas, clases de tango, Quilmes de 650 ml, buena companía y bano nocturno en piscina, a la maniana siguiente nos fuimos al centro de Puerto para pasar de nuevo la frontera a Brasil. Inevitable tb comparar la humildad de su gente:
Maravillosa tendera cerca de la estación, que nos vendió mate y postales y nos ofreció una charla agradable, buenas vibraciones y una advertencia:
-Que la pasen bien, pero tengan cuidado porque son lindas y los brasileros muy fogosos.
Dejamos Puerto Iguazú sobre las 10 de la maniana y nos llevamos un buen sabor de boca, muchos recuerdos y los pies rojos de polvo. Toda la zona está cubierta de una fina película de polvo rojo: asfalto, aceras, bordillos, zapatos, ruedas... todo. La tierra sigue siendo aquí duenia y seniora y lo recuerd dejando marca en todo aquello que la pisa.
São Paulo es la segunda aglomeración más grande de Latinoamérica y la tercera del mundo. La palabra megalópolis parece quedarse corta cuando desppués de casi tres días te has estado moviendo (incluyendo taxi, metro y autobús) en una cudrícula diminuta de un mapa que ni siquiera comprende el centro de la ciudad.
São Paulo está lleno de rascacielos inmensos que te hacen quebrar el cuello para observar su altura.
La avenida paulista denominada en muchas guías como los campos elíseos Paulistas es una especie de "Quinta Avenida".
La arquitectura consumista ha creado aquí la paradoja de encontrarte con edificios de , cuántos? 50 pisos? y al pie de ellos gente durmiento en el suelo.
Cuántas camas caben en este edificio?
Color: De cómo mezclando amarillo y rosa se obtiene naranja
São Paulo y toda Brasil no es multiracial ni mestiza, es lo siguiente, Es cuando ya no puedes a simple vista averiguar el trazo de la herencia: caboclos (mestizo de blanco e indígena) mulatos (africano y blanco) cafuzo (indígena y africano)...
Lo que verdaderamente me ha sorprendido en este aspecto es gran comunidad jâponesa (término que designa a japoneses, coreanos y chinos) mestiza del barrio Liberdade.
Oriente en muy pocas ocasiones se ha mezclado. Auqnue encuentrs comunidades en casi todas partes del mundo, la mayoría de veces resultan impenetrables y han sido muuy celosos de mantener intacta su identidad. Brasil, sin embargo, penetra tanto en la sangre que obliga a mezclarse, beberla y ser parte de ella.
Retrospectiva: De cómo se cruza la mirada del espectador con la del protagonista
La altanería vergonzante de barrios y avenidas lujosas con tiendas de precios prohibitivos y personas desfiguradas por el botox abofetea a los otros tantos barrios paupérrimos donde la miseria y suciedad se hacen multitud y ensordece el sentido del oído y satura el olfato.
Pero lo más sorprendente es encontrar "trocados" a elementos de unos en espacios de otros.
Normalmente esto se da con una sola direccionalidad: pobres en barrios ricos.
Creo que se me ha grabado en el recuerdo la aparición de una vagabunda que el primer día, mientras mirábamos unas direcciones, nos abordó con su lengua de trapo escupiendo insensateces.
Primero alegre, luego ofendida y desairada, sin saber porqué, empezó a soltar impromperios a diestro y siniestro mientras se alejaba. Fue entonces cuando me percaté de que no había respirado en todo ese tiempo. Así que hinché mis pulmones y se me llenaron de aire rancio, sucio; el olor de la vida en el asfalto.
La ví como se alejaba de espaldas, sin poder apartar la vista de sus bermudas claras, chorreadas por un cerco de orín y sangre.
El Paulistano en general es agradable y amable. Eso sí, tiene prisa por agarrarse a l carro de la postmodernidad consumista pero quién puede juzgarle?
Atmósfera: de cómo sentirse bem vindo
São Paulo ha alcanzado los 35 asesinatos al día.
Cómo sentirse seguro ahí donde "la miseria y el hambre no son figuras literarias"?
Lo cierto es que sólo he sentido miedo ante un hecho:
"Los ninios aquí no miran como ninios"