miércoles, 17 de junio de 2009

ARRIVALS


Como últimamente no hago otra cosa sino vivir (y trabajar) en el aeropuerto, ahí va una entrada de ello:

"...flight number 2234 to Varsaw, please passengers procede to gate B20".

Puerta B16, puerta B18, puerta B20...Mierda, esto es una locura. ¿Si salgo por la B20, daré con llegadas por el pasillo interior?

Mis piernas se deslizaban por el suelo de la terminal, mientras mis brazos sujetaban el colgajo de tarjetas de acceso, "chuletas" con números de puerta, listín telefónico...

Era mi primer día de trabajo en el aeropuerto y tenía que hacer las llegadas del avión. Definitivamente la señalítica del aeropuerto no es un lenguaje tan universal y comprensible como debiera. Al menos para quien no esté familiarizado. Y encima los accesos, atajos y pasos de personal restringido eran todavía para mí un mundo sin explorar.

Llegué a llegadas y se me hizo eterno hasta que el pasaje llegó a la terminal desde la jardinera (lo que viene siendo un autobús, pero en argot aeropuertuario). Luego la tardanza en poner en marcha las cintas de maletas. Me habían advertido que llegadas no era precisamente la parte más bonita del trabajo. Las maletas giraban lentamente sobre la cinta y las iban cogiendo poco a poco hasta no quedar ninguna, momento en el que se detuvo completamente el mecanismo. Alcé la vista de mi carpeta donde anotaba las horas y me percaté aterrorizaza de una pareja de ancianitos que aún esperaban la suya.

Gritos, incomprensión, exigencias, era todo lo que preveía (y lo que siempre sucede), pero no. Este par de caras arrugaditas me miraban y empezaron a hablar:

-¿Dónde están las balijas, ninia?

Sus ojos impacientes miraban para mí y para toda la terminal, como si fueran a aparecer flotando. Y así lo deseaba yo. Nerviosa me acerqué a ellos y expliqué el procedimiento: debían acompañarme hasta la oficina de la empresa handling que nos hacía la carga de maletas y reclamar su ausencia. ¿Pero cuanto tardaremos? preguntaron al instante y desesperados. Me encogí de hombros. Tras aguantar casi 20 minutos en la cola, llegamos a la chica del mostrador y le comentamos el caso. Les dije que necesitabamos un contacto por si la maleta aparecía para informarles. El señor se removía inquieto en su traje de chaqueta usado y más que holgado para ese cuerpecillo de huesos:
-Hija, todavía no sabemos cómo son mis nietos ni a qué huelen. Tienen ya 10 anios, que son los que hace que no veo a mi hijo. Si nos dejáis salir ya, le pregunto fuera a mi hijo la direcsión y listos. Ahora tanto me da la balija, sólo quiero abrasar a mi familia...entendé?
Cómo no...La chica de handling me miraba reprobatoriamente (los procedimeintos son procedimientos, hay que cerrar el PIR, decía con su mirada). Me dejé el procedimiento donde muchas otras veces he vuelto a hacerlo y me fui con ellos.
La terminal de llegadas es la parte más bonita y humana del complejo aeropuertuario.
Facturación es dinámica y activa, las horas pasan rápido. Embarque también lo es y te da subidón al tener que cerrar las escalas en hora. La pista es otro mundo, en contacto con esos enormes pájaros mecánicos. Pero sin duda, llegadas, es el único sitio donde puedes oler a esperanza.