jueves, 24 de diciembre de 2009

OMTANKE PARA TODOS


Los hombros encogidos, el estómago cerrado, los nervios en los pies y los ojos enrojecidos.

La moral alterada y a cada palabra que roza los oídos, la lengua se adelanta con un impromperio. Ataque y defensa.

Los ánimos están al borde del colapso por esta etapa de ¿crisis? Por ese orden político y social consumista y capitalista desorbitado, transnacionalismo y toda esta locura que políticamente no controlo demasiado pero que está claro que lo único que persigue es la elevación de la importancia de Don Dinero. Esto ha provocado que se tensen los hilos sociales hasta tal punto que las personas están a punto de explotar, contra el sistema, contra los poderosos y lo que es peor contra sí mismos, entre ellos.

En esta época navideña en que todo el mundo se desea felices fiestas, salud, y alegría Yo lo único que deseo y propongo es OMTANKE.

Omtanke es un concepto escandinavo dificil de traducir, pero engloba sentimientos como calidez, atención, consideración y empatía.

Necesitamos de eso, necesitamos sentirnos unidos e ir a por todo, tener la energía suficiente para plantearnos un nuevo camino. Así como nos sentimos ahora (y peor) llevan sintiéndose los desamparados del capitalismo: los otros mundos. Si al menos esto nos ha servido para ser conscientes de ello, seámoslo, seamos empáticos y empecemos de una vez a luchar.

Por el momento, cierro esta entrada y me voy a pasar la navidad con la familia. A liberarme de la tensión y luego...

...luego aterrizaré a empaparme de otros mundos. Un viaje alucinante a Brasil, al país de los contrastes. El 6 de enero comienza la aventura. Espero que en el camino aprenda tantas cosas y me despierten los sentidos para dejarlas plasmadas en mi memoria, consciencia y quizá en estas páginas.

OMTANKE para todos

martes, 13 de octubre de 2009

Domingo


Había un sol enorme, una pelota luminosa pegada en un cielo coloreado con azul celeste Carioca. Olía a otoño raro, porque hacía un calor sofocado y la tierra empezaba a oler a humedad y hojas podridas. Y ahí estaba yo, sudando alegremente, con una camiseta corta y tumbada panza arriba, tirándome a la vida y viendo pasar las pocas nubes algodonosas que cubrían el cielo. Me concentré en eso: los olores frescos a naturaleza, la hierba haciéndome cosquillas en la piel, el runrún lejano de los cacharros en la cocina de campo, el sonido de la ¿verja?.

¡Oh! Mi abuela, pensé, incorporándome.
Cuando apareció por la puerta con mi madre y el barrigón de mi abuelo un poco después, sentí que se alargó la fase de sístole dentro de mí.
Ella es la misma que antes de que detectaran la enfermedad, pero no es la misma.
Se avalanzó hacia mí, dándome besos y abrazos. Menuda fiesta de halagos y mimos que no recuerdo que hiciera jamás en mi infancia.
Entonces mi madre le preguntó con naturalidad:
-¿Ta cuerda d´ella? ¿zabe cómo ze llama?
Ella se ruboriza, espera un poquito y contesta:
-No.
Al notar las risas ahogadas, añade, muy digna:
-¡Qué leshe, cómo quiere que me acuerde zi no la veo desde que era ajín!- y señala con su mano de mi cintura hacia abajo.
La ví hace un mes. De nuevo la jodida sístole.
Ahora ella, mi abuela Victoria, parece una niña, con arrugas, sí, pero una niña alegre y cariñosa, ni sombra de lo puñetera que fue.
Mi madre se ríe todo el rato y olvida los desaires. Es su madre. Pero ella la mía. Por eso no olvido lo que fue, no lo que es.
Me río también. La vida es extraña.
Hablo con ella, le acompaño al campo de mi tío. Corre como un galgo. Le hago que me enseñe la piernas, robustas y sanas. Se ríe como una niña cuando se sube la falda. Se las alabo. Se ríe más.
Está siendo un buen día, distendido y alegre y no sé porqué el corazón me juega estas pasadas. ¿A qué se deben estas contracciones absurdas, como si estuviera pariendo una pena?
Nos sentamos en la mesa del jardín con una enorme olla de coles. Y un bol con los avíos para la pringá que podrían haber bastado para alimentarnos medio año.
Para variar, el apetito insaciable de mi abuelo fue tema de conversación. Ella, argumentó que: "éste es capá de zamparse a Dios por las pata". Me reí hasta saltárseme las lágrimas.
Victoria comió dos cucharas y paró. Ya estaba llena. Su hija, firme, le instó a terminarlo todo.
-Zi es que ya estoy llena, joringue.
-Pues te lo terminas- le contesta, acercándole de nuevo el plato.
Entonces, sus ojos, dos escarabajos nerviosos, no paraban de mirar a un lado y otro. Enfadada, frustrada, un hervidero a punto de estallar.
Desaparecieron las risas.
-Esta enfermedad es así- dijo bajito mi abuelo. Él que nunca habla, encerrando en esa frase lo que todos sentimos.
Intenté levantarme pero no podía. Me pesaba todo.
Y entonces pensé: las sístoles, el parto, las contracciones, la pesadez...Se ve que me tragué a Dios por las patas sin darme cuenta.



jueves, 1 de octubre de 2009

LOBOTOMÍA “Surgery used in the soul sick”


Muchas veces he bromeado con una amiga acerca de esto.
Cada vez que caía en la debilidad del desconsuelo, cuando algo me carcomía la desesperanza, o la ansiedad de no saber, de no conseguir aquello que deseaba (como Becky, la chimpancé sobre la que experimentaron esta brutal práctica).

-¡Camarero! Una lobotomía por favor.

Y así, ¡plas! desaparece de un momento toda esa frustación.

Depresión, tristeza, estrés, agonía, suicidio. Se presentan con más frecuencia y dicen, sobretodo en tiempos de crisis. Y yo me pregunto, como siempre, si no tendrá que ver con la educación.

Si algo nos diferencia en esta irrealidad mundana que hemos creado, ajena a la realidad de otras especies que se han ido perpetuando a lo largo de la historia con muchísimos menos cambios (que no evoluciones), pues sigo el hilo, si algo nos diferencia es la capacidad de condicionar nuestro comportamiento a través del aprendizaje. Y aprendemos de todo, absolutamente de todo. Cómo hablar, cómo resolver problemas matemáticos, calcular cambios de monedas, aprendemos a prevenir enfermedades o su propagación, aprendemos a comportarnos frente a incendios, a hechos que pueden ocurrir. Pero todo esto son actos intelectuales, pero mecánicos. No afectan a esos lóbulos emocionales que parece que están ahí dejados de la mano de Dios (o lo que sea). No tenemos educación emocional. Nadie se plantea que igual es una asignatura básica para la educación de cualquier persona. Pues mire usted, me encantaría saber porqué me siento frustrada cuando me ocurre tal cosa, y porqué. No creo que deba ser exclusiva de los psicólogos, que al fin y al cabo es algo privativo para la gran mayoría.

No sé si estoy perdiendo la cabeza o es que ultimamente veo demasiadas almas en pena. Tampoco sé si tiene mucho sentido lo que he planteado, pero desde luego tengo la sensación de que tenemos sequía de educación y respeto.

Bueno, os dejo que me voy a London.

Un abrazo a todos.

PD. Luisa, un beso enooooorme y gracias por todo tu apoyo ¡Ánimo!

miércoles, 17 de junio de 2009

ARRIVALS


Como últimamente no hago otra cosa sino vivir (y trabajar) en el aeropuerto, ahí va una entrada de ello:

"...flight number 2234 to Varsaw, please passengers procede to gate B20".

Puerta B16, puerta B18, puerta B20...Mierda, esto es una locura. ¿Si salgo por la B20, daré con llegadas por el pasillo interior?

Mis piernas se deslizaban por el suelo de la terminal, mientras mis brazos sujetaban el colgajo de tarjetas de acceso, "chuletas" con números de puerta, listín telefónico...

Era mi primer día de trabajo en el aeropuerto y tenía que hacer las llegadas del avión. Definitivamente la señalítica del aeropuerto no es un lenguaje tan universal y comprensible como debiera. Al menos para quien no esté familiarizado. Y encima los accesos, atajos y pasos de personal restringido eran todavía para mí un mundo sin explorar.

Llegué a llegadas y se me hizo eterno hasta que el pasaje llegó a la terminal desde la jardinera (lo que viene siendo un autobús, pero en argot aeropuertuario). Luego la tardanza en poner en marcha las cintas de maletas. Me habían advertido que llegadas no era precisamente la parte más bonita del trabajo. Las maletas giraban lentamente sobre la cinta y las iban cogiendo poco a poco hasta no quedar ninguna, momento en el que se detuvo completamente el mecanismo. Alcé la vista de mi carpeta donde anotaba las horas y me percaté aterrorizaza de una pareja de ancianitos que aún esperaban la suya.

Gritos, incomprensión, exigencias, era todo lo que preveía (y lo que siempre sucede), pero no. Este par de caras arrugaditas me miraban y empezaron a hablar:

-¿Dónde están las balijas, ninia?

Sus ojos impacientes miraban para mí y para toda la terminal, como si fueran a aparecer flotando. Y así lo deseaba yo. Nerviosa me acerqué a ellos y expliqué el procedimiento: debían acompañarme hasta la oficina de la empresa handling que nos hacía la carga de maletas y reclamar su ausencia. ¿Pero cuanto tardaremos? preguntaron al instante y desesperados. Me encogí de hombros. Tras aguantar casi 20 minutos en la cola, llegamos a la chica del mostrador y le comentamos el caso. Les dije que necesitabamos un contacto por si la maleta aparecía para informarles. El señor se removía inquieto en su traje de chaqueta usado y más que holgado para ese cuerpecillo de huesos:
-Hija, todavía no sabemos cómo son mis nietos ni a qué huelen. Tienen ya 10 anios, que son los que hace que no veo a mi hijo. Si nos dejáis salir ya, le pregunto fuera a mi hijo la direcsión y listos. Ahora tanto me da la balija, sólo quiero abrasar a mi familia...entendé?
Cómo no...La chica de handling me miraba reprobatoriamente (los procedimeintos son procedimientos, hay que cerrar el PIR, decía con su mirada). Me dejé el procedimiento donde muchas otras veces he vuelto a hacerlo y me fui con ellos.
La terminal de llegadas es la parte más bonita y humana del complejo aeropuertuario.
Facturación es dinámica y activa, las horas pasan rápido. Embarque también lo es y te da subidón al tener que cerrar las escalas en hora. La pista es otro mundo, en contacto con esos enormes pájaros mecánicos. Pero sin duda, llegadas, es el único sitio donde puedes oler a esperanza.

sábado, 9 de mayo de 2009

NADANDO


Serenamente, en paz, en calma. Con las desasosegadas impertinencias escondidas en el desván.

Tranquila. Quizá demasiado; quizá no me importe.

Me siento bien y eso es bastante. Y bastante, que parece un adverbio demasiado conformista, es algo que no me preocupa. Y preocuparme, no me hizo ningún bien, quizá a los demás. Y tampoco me arrepiento entonces.

Serenamente he decidido tomarme mi tiempo.

Cuando un remolino marino te envuelve con súbita violencia, la primera reacción instintiva es nadar fuerte, patalear el agua con violencia y en movimientos rápidos y torpes. Deseas salir de ahí a toda costa y lo antes posible, vivir. Pero no es así como se vence a lo insondable. Hay que dar brazadas rítmicas y largas, tranquilas casi, mantener la calma, serenamente.

lunes, 19 de enero de 2009

MELOCOTÓN EN ALMÍBAR


La habitación olía a desinfectante y medicinas. Estaba ya tan acostumbrada que sólo lo percibía cuando abría las ventanas de par en par para que entrara el aire gélido y le bajara la fiebre a él.
De repente, sentada en su sillón-cama, comenzó a notar que la sala estaba llenándose de agua. Poco a poco se inundaba todo hasta cubrirles. Quería moverse y su cerebro no paraba de pensar en soluciones. Mandaba las órdenes a su cuerpo pero éste no ejecutaba ninguna. Hasta que al fin, de un salto, se levantó del sillón, y constató que todo había sido un sueño. O casi todo. Seguían en ese hospital. La habitación estaba seca, pero justo, al mirar sobre el gotero de su marido, se percató de que la última gota estaba saliendo ya de la botella. Cerró la vía y llamó a la enfermera.
Él seguía dormido, ya que las noches eran larguísimas y nunca continuadas y conseguía coger el sueño cuando ya era casi la hora del desayuno.
Él estaba soñando con la escuela. Sentado en un pupitre en la tercera fila, veía una melena negra y larga delante de él. Al principio pensó que era Merceditas, su hija, ya que desde que le trasladaron a este hospital todavía ni ella ni su hijo habían podido verle. En realidad se había decidido que mejor no fueran. Con lo que acababa soñando y pensando en ellos la mayor parte del tiempo.
Pero en mitad del sueño, la niña del pupitre se giró en un gesto rapídisimo y le dejó una nota. Él preguntó:
-¿Esto qué é?
Y una risa cascabelera fue la respuesta. Encima de la pizarra había un retrato de Franco.

Despertó y vio a Mercedes, su mujer, trasteando en el armario donde tiene sus cosas. Una lata de melocotones en almíbar asoma entre la puerta con un halo dorado, o eso le parece a él, cuando su estómago ruge de deseo y hambre.
Francisco la mira fijamente. Con una media sonrisa inundándole el rostro.
-¿Qué te paza?- le pregunta ella.
-Ná, he soñao contigo, cuando estábamo en er colegio de shico.
Ella hace un amago de sonrisa y sigue buscando algo.
El rostro de él refleja sus mil pensamientos fatídicos. Y dice con voz temblorosa:
-Mercede, yo...
Ella no le deja terminar. Sin ser brusca pero firme le espeta:
-Gordo, déjate de tonterías que aquí hay que zé fuerte. Ademá ya viene ahí er desayuno.
-Tengo má hambre que er perro un ciego ¿Hoy ya me pondrán un yogú y argo má, no, Mercede?

En ese momento aparece la auxiliar con el carrito del desayuno. Café y magdalena para ella. Manzanilla para él.
-Gordo, na má que manzanilla- dice ella bajito.
-Me cago en la mar salá- responde retorciéndose- Trae pa cá la lata de melocotone que no aguanto má- intenta moverse desesperado mientras chilla.

La situación tensa y frustrante se parte en dos por un cascabeleo fuerte y sonoro de risa contagiosa. Ella inunda la sala con carcajadas y llena de esperanza a él y a todos los que desean y esperan que coma melocotones y coles y pajaritos y todo lo que en esta vida le queda por comer y vivir. Porque hay veces que la constancia y perseverancia de una persona es mil veces más efectiva que los diagnósticos optimistas de los de bata blanca.



Este texto ha sido escrito y reescrito unas mil veces, pues en cada momento, desde diciembre 2008, la historia ha ido cambiando. En todos esos vaivenes de diagnósticos, miedos, recaídas, esperanzas... lo único que se mantuvo palpable y constante fue la fuerza de estos dos personaje que en realidad son reales y son mis tíos. A ellos, Mercedes y Yerga, y a su fuerza les dedico esto, a pesar de que no es todo lo expresivo o bueno que ellos se merecen, pero al menos ahora puedo desearles con un grito fuerte y sonoro como la risa de mi tía, que YA pueden comer todos los MELOCOTONES EN ALMÍBAR que quieran.
Un abrazo enorme.
Caro


lunes, 5 de enero de 2009

PROHIBIDO TIRAR TABIQUES

Se jactaba de ser sincero todo el tiempo. Y yo le seguí, como discípula sumisa y comprometida. Creí que su totem era la razón más importante para vivir. Seguí su doctrina y quise ser sincera todo el tiempo. Pero ser sincero completamente es imposible; y agotador; y no funciona. Tratar de ser completamente sincero te lleva al fracaso tanto o más rápidamente que con la mentira. Eso sí, hay que ser mucho más valiente. Y me gusta la valentía.
Entonces le pregunté:
- ¿Me amas?
Y él me respondió sin titubeos, como hace un Gran Maestro de la verdad.
- Ocupas un lugar entre el sexo y el cariño, en un compartimento extraño, como una buhardilla del amor.
Y, aunque una vez más alabé las maravillas de la sinceridad, todas y cada una de mis células comenzaron a desordenarse en un torbellino interior.
Me convencí más si cabe que "el hombre divisa el mundo en compartimentos estancos; esta habitación para el trabajo, esta para...Y que la mujer es capaz de derrumbar todos los tabiques de la casa para que la pasión la inunde".
Aunque para ello ha de tener fuerza y... un buen machete como aliciente.

Cómo decirte...


Te recuerdo tan pequeño y dormido.
Vulnerable a todo y todos. Dulce y generoso. Bueno.
Cómo decirte que las historias de microbios que se comerían tus uñas y tus dedos eran mentiras.
Cómo decirte que a veces, muchas, mentimos, engañamos, herimos, sólo a los que no lo merecen.
Cómo... que casi nunca nos atrevemos a hacerlo con tiranos. Y por eso pasaste al lado obscuro.
Cómo decirte ahora que no están obligados a quererte aunque tú los ames.
Cómo...que no debes derrumbarte ante el fracaso.
Cómo decirte que la vida es más que eso, si eso nos vuelve locos a todos.
Cómo enseñarte o protegerte si mi ejemplo es desastroso.
Si ni siquiera sé que lo mejor sea razonar.
Si mis palabras son tan burdas como mis consejos.
Cómo decirte...