viernes, 5 de febrero de 2010

RIO DO JANEIRO

Conocida como "cidade maravilhosa", Río me dio una bofetada con la mano abierta en el preciso instante en que la pisé.
Desperté después de dieciocho horas de autobús y aún adormilada, cogí el saco, la mochila y salí hacia la puerta del autobús. Por el pasillo, vimos a un mochilero, rubísimo, con unos rizos y carita de ángel dormido. Le despertamos:

-¡Eh, ya hemos llegado, esto es Río!

Se sobresaltó, pobre, y reímos nosotras, divertidas, dejándolo atrás.
Aún en la estación, frente a otro autobús local que se supone nos llevaba al hostel estábamos preguntando conexiones y tiempos a diferentes trabajadores. De pronto, algo sucede a mi alrededor, un gran alboroto de gritos, movimiento y malos presagios. Miré a mi alrededor y vi a Luisa detrás mía, bien, pensé y busqué al frente a Raquel. Entonces, ni a un metro de mí, en el suelo ví una pierna blanca pataleando y luchando por levantarse:
-¡Raquel!- grité aterrorizada y me incliné. Fue entonces cuando me percaté de que no era ella, que Raquel estaba al frente, inmóvil y asustada como todos. Y también me quedé allí petrificada, viendo cómo sucedía. Cómo aquella pelea de perros, donde ese hombre sucio y rastrero, jalonaba y buscaba emtre bolsillos interiores, mordía y enseñaba el colmillo de la pobreza a un querubín rubio, todavía adormilado que se defendía como podía.
Finalmente, llegó la seguridad, que practicamente no hizo nada y el hombre-perro se levantó pausadamente, mascullando y molesto se marchó insatisfecho, pues le habían perturbado en su acción incompleta.
Cuando ví a aquel chico levantarse con sus piernas temblorosas y con el rostro desvaído, me entraron unas arcadas impresionantes, sólo quería maldecir, escupir, llorar rabia.
Quise irme de allí corriendo, pero mis piernas eran rocas y mi mente un torbellino. Entonces sin saber porqué a mi mente volvió aquella frase: "en Brasil, el hambre no es una figura literaria".
Y me invadió una fría tranquilidad.
También esperé por ver la otra cara de Río. Y la ví ¡Bueno si la ví!
Río es la ciudad que más me ha marcado de este viaje. Entiendo porqué se ha escrito tantísimo sobre ella, porqué se le ha cantado y homenajeado tanto. Río es una locura, sólo comprensible cuando se vive. Río, también y sobretodo se entiende de la mano de los cariocas.
Cuando dejé la ciudad, camino a Paraty, leí en la guía de lonely:
"¡Beware! When you leave Rio you can have a strong feeling of saudade".
¡Qué gran verdad!

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