
Conocida como "cidade maravilhosa", Río me dio una bofetada con la mano abierta en el preciso instante en que la pisé.
Desperté después de dieciocho horas de autobús y aún adormilada, cogí el saco, la mochila y salí hacia la puerta del autobús. Por el pasillo, vimos a un mochilero, rubísimo, con unos rizos y carita de ángel dormido. Le despertamos:
-¡Eh, ya hemos llegado, esto es Río!
Se sobresaltó, pobre, y reímos nosotras, divertidas, dejándolo atrás.
Aún en la estación, frente a otro autobús local que se supone nos llevaba al hostel estábamos preguntando conexiones y tiempos a diferentes trabajadores. De pronto, algo sucede a mi alrededor, un gran alboroto de gritos, movimiento y malos presagios. Miré a mi alrededor y vi a Luisa detrás mía, bien, pensé y busqué al frente a Raquel. Entonces, ni a un metro de mí, en el suelo ví una pierna blanca pataleando y luchando por levantarse:
-¡Raquel!- grité aterrorizada y me incliné. Fue entonces cuando me percaté de que no era ella, que Raquel estaba al frente, inmóvil y asustada como todos. Y también me quedé allí petrificada, viendo cómo sucedía. Cómo aquella pelea de perros, donde ese hombre sucio y rastrero, jalonaba y buscaba emtre bolsillos interiores, mordía y enseñaba el colmillo de la pobreza a un querubín rubio, todavía adormilado que se defendía como podía.
Finalmente, llegó la seguridad, que practicamente no hizo nada y el hombre-perro se levantó pausadamente, mascullando y molesto se marchó insatisfecho, pues le habían perturbado en su acción incompleta.
Cuando ví a aquel chico levantarse con sus piernas temblorosas y con el rostro desvaído, me entraron unas arcadas impresionantes, sólo quería maldecir, escupir, llorar rabia.
Quise irme de allí corriendo, pero mis piernas eran rocas y mi mente un torbellino. Entonces sin saber porqué a mi mente volvió aquella frase: "en Brasil, el hambre no es una figura literaria".
Y me invadió una fría tranquilidad.
También esperé por ver la otra cara de Río. Y la ví ¡Bueno si la ví!
Río es la ciudad que más me ha marcado de este viaje. Entiendo porqué se ha escrito tantísimo sobre ella, porqué se le ha cantado y homenajeado tanto. Río es una locura, sólo comprensible cuando se vive. Río, también y sobretodo se entiende de la mano de los cariocas.
Cuando dejé la ciudad, camino a Paraty, leí en la guía de lonely:
"¡Beware! When you leave Rio you can have a strong feeling of saudade".
¡Qué gran verdad!